Capítulo (III):
~ Amigos

Lo importante
Un cruce de miradas puede dibujar el primer trazo de un vínculo entre dos personas, o enfatizar el esbozo de una complicidad anterior. Cualquiera cuya mente anduviera ocupada revisando una bolsa de viaje o aplacando la agitación del estómago ansioso de alimento, hubiera agradecido el cálido encuentro fortuito con otros ojos.
A falta de calidez, el protagonista de esta historia se encontraba sólo con el rescoldo de una certeza: en un par de horas la suerte estaría echada. La obstinación de este pensamiento le insuflaba las fuerzas necesarias para atender a las indicaciones del personal sanitario. Dos enfermeras entraban y salían de la habitación reproduciendo la secuencia de la coreografía que, día tras día, interpretaban hasta la extenuación. Finalmente un celador fue a buscarlo.
Obligado por la luz fría del techo del montacargas, mantuvo los ojos cerrados durante el descenso al semisótano del hospital. Una vez traspasaran las puertas de acceso al área de quirófanos el hombre —sólo, rendido y desnudo— se sintió inundado por una sensación nueva de placidez y abandono.
—Buenos días, caballero ¿cómo está ese ánimo?
La voz del cirujano rasgó el silencio que reinaba en la antesala del quirófano.
—Bien, doctor. La verdad es que me siento sorprendentemente tranquilo.
La insólita circunstancia parecía animar al paciente a expresar en voz alta todo lo que le rondaba por la cabeza. Con la mirada fija en la del médico hablaba de temor y valentía, de soledad y de amor, de lo efímero del instante. Pronto despertó en él un sentimiento repentino de vergüenza —total, si las palabras se las lleva el viento— se decía a modo de consuelo mientras escuchaba cada vez más hueca y lejana la voz del doctor:
—Todos tenemos una historia que contar, lo importante es ser buenos y no hacer daño a los demás. ![]()
© 2021 PALOMA BARCIA
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